jueves, 24 de enero de 2013

Obsesión


No necesito que me ames. Al mirarte, tu reflejo se esculpe en la humedad de mis ojos, como una gran silueta de luz, y eso me basta para sentir que eres parte de mí.
No necesito que me ames. Al estar cerca de ti, cualquier brisa acerca amablemente la fragancia de tu piel y tu cabello hasta mí, y puedo dar una gran aspiración mientras cierro los ojos y lleno mis pulmones de ti, lo que oxigena y renueva mi sangre. Eso me basta para sentir que eres parte de mí.
No necesito que me ames. Puedo escuchar claramente tu voz, incluso cuando no me habla a mí, como una tierna y serena melodía que me hace sonreír, como un dulce y memorable susurro que crea escalofríos de encanto. Eso es suficiente para mí.
No necesito que me ames. Por las noches, tu idea viene a sanar mi insomnio, y sus dedos juegan suavemente con mis cabellos hasta que me quedo dormido. Pero luego sigue ahí, sonriendo a mi lado, hasta asegurarse de que despierte con una genuina sonrisa, como la suya. Eso me basta, en serio.
No necesito que me ames, porque te amo, y el amor es desinteresado, filántropo, altruista, se da sin esperar devoluciones o cambios equivalentes.
Con tu amable saludo cada mañana y tu cándida despedida cada tarde, es suficiente para mí, lo juro. Con rozar las puntas de tus dedos cada vez al alcanzarte algún objeto, es suficiente, en serio. Con verte acomodar ese persistente mechón tras tu oído, una y otra vez, es suficiente. Con saber que estás cerca de mí, a tan sólo unos pasos, y poder saltar a ayudarte si necesitas algo o poder correr a protegerte si estás en peligro, es mucho más que suficiente para mí… Es todo lo que necesito…

martes, 15 de enero de 2013

Amo Escuchar Radio

  Ese sumamente efímero y encantador momento en que enciendes la radio y sintonizas la primera frecuencia que encuentras, empezando a escuchar una canción que te hace mover suavemente la cabeza, sin saber quién es su autor, su intérprete, ni siquiera cuál es su nombre o qué es lo que dice. Es una maravillosa coincidencia, de esas de “estar justo ahí, en ese preciso momento”, porque seguramente nunca conocerás ninguno de los datos antes mencionados, y eso te hace disfrutar de una manera única de los sonidos y las melodías, porque sabes que estarán allí durante los próximos tres o cuatro minutos, y luego se irán para no volver jamás… Tampoco, por más hermosa que te haya parecido, intentas conocerla, porque aunque nadie lo dijo y ni siquiera lo pensó, esa es la ley del juego: disfrutarla mientras suena. Eso le agrega una dosis única de encanto, y evita que aparezcan la rutina y la monotonía, pues convierte el escucharla en una cosa de “una sola vez en la vida”, y todos sabemos lo maravillosas que son esas oportunidades que podemos saborear sólo una vez…


viernes, 11 de enero de 2013

El Hombre Más Malvado Del Mundo

  Soy el hombre más malvado del mundo. Aún así, podrían no creerme, ya que soy todo un mentiroso, un hipócrita, un cínico que sonríe amable y encantadoramente mientras esconde lienzos oscuros y opacos bajo una seda colorida y brillante. Soy capaz de pronunciar las palabras más hermosas y gratificantes del mundo, sólo con la intención de hacer creer a los demás que aún quedan personas buenas, sólo para ver la falsa felicidad que se crea en sus rostros a partir de palabras aún más ficticias, para saber que sin embargo el dolor sigue corroyendo su interior, y terminará por destruirlo completamente cuando comprendan que aquel consuelo es sólo una ilusión; pero soy tan malvado, tan perverso, tan maligno, tan degenerado, que me encargo de que jamás conozcan la verdad, para que el sufrimiento los consuma sin que siquiera puedan notarlo. Sin embargo, no obtengo ninguna recompensa de aquello, ni siquiera la más diminuta sensación de placer. Por eso soy el hombre más malvado del mundo, porque no me gusta ni tengo la intención de serlo, porque me comporto de esa manera para que mi consciencia se sacuda desesperada durante todo el día, y su escándalo no me permita dormir por las noches, para que el sufrimiento me acose también a mí y no me deje disfrutar nada, ni el deleite que produce el sufrimiento mismo, porque mi maldad es pura, y no discrimina entre terceros y yo. Es irónico, es complejo de entender, y más aún de comprender, debes ser el hombre más malvado del mundo para lograrlo.

miércoles, 2 de enero de 2013

Lo Peor del Mundo

 ¿Para qué introducciones? Directo al punto: odio el sistema propuesto por la naturaleza, lo aborrezco. La vida no es más que una miserable lucha entre los seres que la poseen, para poder continuar poseyéndola. Cosas como el amor, el altruismo, la generosidad y el desinterés (entiéndase desinterés como capacidad para actuar sin buscar recompensas de ningún tipo, mucho menos materiales) no existen, jamás existieron, y probablemente nunca lo hagan (“probablemente”: parece que en el fondo hoy estoy optimista). ¿Por qué para que otro individuo pueda seguir viviendo, otro debe morir? ¿Por qué para que una especie pueda continuar existiendo, otra debe extinguirse? ¿Por qué para que pueda surgir un mundo nuevo, uno viejo tiene que ser completamente destruido? No sé si este mundo simplemente apareció, surgió de alguna incomprensible manera o fue creado por algo o alguien, pero lo que sí sé, es que si fue creado, los (o las, o el, o la) autores son unos seres con mentes más que retorcidas, mentes absolutamente achicharradas por un ardiente y morboso gusto sanguinario; su propósito seguramente fue lograr un mundo que jamás aburriera, un mundo de suspenso, de dolor, de inseguridad, de desconfianza, de lucha, de egoísmo, de traiciones, donde la paz no es más que una ilusión cuando alguna de estas cosas parece ponerse en pausa, un delirio de aquellos que aún se aferran a su estúpida fe para auto-consolarse.
 Penosamente, en verdad no creo en creadores, y estas palabras no son más que MI PROPIO auto-consuelo, pues como humano, me encanta tener a alguien a quien poder echarle la culpa, y señalarlo violentamente.
 Ames, odies, infrinjas dolor, sufras, mientas, mates, sangres, salves vidas, no pienses en nada más que tú mismo, protejas a otros, violes, o cualquier otra cosa que puedas llegar a hacer, al Universo poco le importa. “En la guerra, como en el amor, y en la supervivencia, todo vale”, cambiaría yo a la fase. Las buenas acciones no reciben recompensas, y las malas tampoco, simplemente vivimos presos de la locura de todos los seres que nos rodean, nuestras vidas cuelgan de una delgada y frágil línea: la necesidad de los demás. Porque cuando alguien lo necesite, acabará contigo. Este es el mundo en el que vivimos, se rige por la única ley del más fuerte, y los débiles están destinados a desaparecer…
 ¿En qué clase de mierda me han venido a parir?