martes, 21 de mayo de 2013

Primera...

  Me gustaría atesorar para siempre momentos como este, con el cielo cubierto de altoestratos y una brisa fría entibiando mis cálidas mejillas; con tu cuerpo a centímetros del mío, y nadie más a nuestro alrededor; con tus ojos brillando hacia los míos desde un poco más abajo; contigo sonriéndome como si fuera el chico más especial del mundo. Quisiera guardar el sonido de tu voz y cada una de sus palabras, con su entonación y duración exactas, para revivirlas cada vez que me sienta abandonado o perdido, o cuando simplemente desee un poco de felicidad. Pero mi mente es frágil, y sé que el tiempo irá erosionando lentamente estos recuerdos, moldeándolos a su gusto e incluso desarmándolos por completo, dejando a penas algunos fragmentos. Además, mi mente también es débil, y jamás logrará revivir todas las sensaciones que en este momento recorren mi cuerpo y que no parecen tener mucha lógica o sentido, pero sin ninguna duda me llenan de felicidad.
  Sí, me encantaría guardar este momento en una cápsula o en un pequeño frasco, y tomármelo o abrirlo luego, para llenar otra vez mi mundo de ti. Eso, o sencillamente congelarlo; continuar caminando y avanzando, pero estando siempre a la misma distancia de aquella esquina que se encargará de separarnos, porque al decirte “Hasta mañana”, sé que todo esto que siento se desplomará en mi interior, y aunque tardaré algunos minutos en darme cuenta, finalmente mi sonrisa se desvanecerá.
  Pero aún así, al regresar a casa, algo lograré rescatar de entre los escombros, y cantaré un par de canciones, porque no sé, me das ganas de cantar. El canto es la forma en que canalizo esa alegría tan pura, genuina e intensa que me produces.

  PD: Me encanta que te asombre todo lo que para mí es tan normal…

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