lunes, 19 de noviembre de 2012

Sueños Perdidos

Eres un sueño perdido en la realidad, navegando sin rumbo entre suspiros, intentando encontrar un camino mirando la luz de las estrellas. Flotas en la soledad, anhelas llegar un poco más allá, a alguna isla remota o al menos un tronco olvidado en medio del mar. No tienes realmente un lugar a dónde ir, o a dónde regresar, simplemente deambulas en la noche, esperando la alborada, rogando por tu propio final, pero eres demasiado ingenua, pues la luz del Sol no tiene nada que ver con tu expiración (porque aunque ahora vives en las penumbras, eres una criatura de los rincones resplandecientes de la vida).
Eres un sueño perdido, y los sueños perdidos estás destinados a largos insomnios que se mantienen indiferentes al tiempo, a las luces del cielo y al resto del mundo. No tienen lugar, fueron traídos al mundo para ser creadores de felicidad, pero sólo trajeron desilusiones, pesar y frustraciones, por lo que fueron exiliados.
Eres un sueño perdido en la realidad, y tras tus rastros sólo quedan estelas de nostalgia y recuerdos del tiempo mal gastado, de esperanzas falsas y melancolía. Aún te resistes, aún intentas huir de ella, pero ya es imposible, la realidad te rodea: está bajo tus pies y sobre tu cabeza, tras tu espalda y frente a tu nariz. Te asfixia, su aire parece condensarse cada vez más, y no deja de sofocarte.
Me pregunto si te mereces este calvario. Me pregunto si tienes sentimientos y encima te acosa la culpa, o si estás sumergida en tu merecida recompensa, por ser una infame aliada de la mentira. Sea como sea, aún lloro por ti de vez en cuando, sintiéndome yo el culpable de haberte dejado ir, de haberte dejado sola…


jueves, 15 de noviembre de 2012

Somos Así

  Ser humano tiene muchos aspectos positivos y grandiosos, pero también es sumamente frustrante. Es frustrante estar lleno de sentimientos y sensaciones –algunas, aparentemente puras y hermosas–, pero saber que no hay ninguna que no esté impregnada, inevitablemente contaminada por el egoísmo. Todo lo que sentimos, pensamos y hacemos, lo hacemos por nosotros mismos, por nuestro propio bien y disfrute. Somos así; ineludiblemente, somos seres egoístas por naturaleza. El egoísmo está grabado de manera imborrable en nuestros genes –o quizá algunas personas se sientan más cómodas si digo “nuestra alma” o “nuestro corazón”–, y aunque tal vez no sea tan malo (pues si no fuéramos egoístas, si no pensáramos en nosotros mismos, moriríamos rápidamente, debido a que nos descuidaríamos demasiado por encargarnos de los problemas de los demás), es sin ninguna duda, agobiante, y logra que me sienta una basura casi durante la totalidad del tiempo. Pero en realidad no es que me sienta una basura, sino que eso es lo que soy, estoy totalmente seguro.
  Cuando decimos “amar” a alguien, lo que hacemos en realidad es amar su presencia, su compañía; amamos lo que la otra persona produce en nosotros, las cosas que nos hace sentir en nuestro interior, las sensaciones que involuntariamente nos regala, no amamos a esa persona en sí. Buscamos a la otra persona porque nos hace felices, o buscamos su felicidad porque esta produce la nuestra. No hay manera de evitarlo, somos como máquinas diseñadas para buscar siempre nuestro propio bienestar. Somos así, somos despreciablemente egoístas.
  Si ayudamos a alguien “desinteresadamente”, es sólo para sentirnos bien con nosotros mismos. Ayudar a los demás y hacer cosas buenas y útiles se siente ridículamente reconfortable, y eso es terriblemente odioso, porque estimula al egoísmo a ser el único motor de nuestra vida. No intentamos ayudar a los demás, sino sentirnos satisfechos con nuestra acción, sentirnos útiles, amables, sentirnos buenos. Somos así, somos irremediablemente egoistas.

domingo, 11 de noviembre de 2012

¿Por qué?

  No sé cómo actuar, pienso demasiado. Por un lado siento que debo acercarme y mostrarle que es alguien importante para mí, pero por otro esa me parece una actitud arrogante, como si sintiera lástima por él y quisiera ocupar el papel de “persona bondadosa”. Me da asco eso. Sin embargo, si hago de cuenta que todo sigue igual, si continúo al margen de todo, siento que estoy defraudándolo, que estoy dejándolo creer que está solo.
  ¿Pero qué puedo hacer por él? Nada realmente. No tengo la solución a su problema, y de ahí viene que el acercarme ahora me parezca un acto desagradable y odioso de lástima.
  ¿Y por qué me preocupa tanto tomar una decisión? ¿Por qué me preocupa tanto hacerle saber que soy su amigo? Debe ser porque en realidad no lo soy, porque en realidad él no me importa, porque las malas personas siempre intentan aparentar ser buenas. Sé que soy una mala persona, de eso sí no tengo dudas.
  ¿Por qué pienso todas estas cosas? ¿Por qué tengo tanto tiempo y analizo tan fría y objetivamente todo? Ya entiendo por que la gente le teme tanto a la soledad. La soledad te hacer ver las cosas tal y como son, y las cosas tal y como son no son hermosas, ni lindas, ni agradables, ni aceptables, ni regulares, ni relativas… Son opacas, acerbas y frígidas…


sábado, 3 de noviembre de 2012

Gravedad Difusa


  Se aleja. Se aleja el suelo de mí, y no puedo alcanzarlo con mis pies.
  Se acerca. El cielo se acerca y puedo sentir las nubes empapando mi piel.
 A la distancia, hasta las rocas más sólidas se curvan, y el mar más salvaje se calma, transformándose en una gran seda azul.
  El viento ensordece mis oídos y empieza a hacer frío. Ya no escucho la ciudad; no escucho a la gente ni sus ruidos; no escucho los vehículos ni las alarmas; no escucho ni a las aves ni a las olas.
  Lentamente, el aire se acaba y el fragor del viento también desaparece.
  La gravedad se hace difusa.
  Estoy solo, completamente solo en medio del silencio. Estoy completamente solo en medio de la más vasta y profunda oscuridad, rodeado de puntos destellantes. Estoy completamente solo en medio del abismo.
  Soy libre, floto relajadamente hacia donde quiero. No tengo un lugar a dónde ir, no tengo un lugar al que regresar. Soy libre, finalmente soy libre.