lunes, 30 de abril de 2012

Una Pregunta

 Una vez iba caminando con un compañero de clases por la calle, ya no recuerdo a dónde íbamos, pero eso no es lo importante. El tema del asunto es una simple pregunta que salió improvisadamente de su cabeza: 
 —¿Qué hacés si Lucre entra a tu pieza y se te tira arriba?
 «¿"Se te tira arriba"? Qué expresión más pendeja», pensé antes que nada.
 Lucrecia era una amiga de mi hermana que según él estaba "buenísima", siempre decía que "nunca le había tenido tantas ganas a una mina". Sí, el tipo era un completo idiota (y creo que lo sigue siendo).
 No lo hice esperar y respondí:
 —La saco...
 Hasta el día de hoy se sigue riendo de mi respuesta, y hasta el día de hoy me sigo preguntando por qué cada año vuelve más estúpido de las vacaciones.
 Igualmente, creo que ninguno de los dos puede juzgar al otro... Yo jamás comprenderé por qué les gusta tanto el sexo, y ellos tampoco comprenderán por qué es que a mí me desagrada tanto...


domingo, 29 de abril de 2012

Kamikaze.

En su lecho de flores duerme mi princesa,
En los altos cielos se desata la guerra.
Sólo somos aves repletas de miedo,
Aunque nuestros corazones sean de hielo.

Mi sublime princesa sólo suspira
Y sacude las cuerdas de toda mi alma.
Si Su Alteza siempre lo precisa,
Yo siempre voy a alzar mis alas.

Las lágrimas de fuego no chamuscan su vestido,
Entierro en las nubes el odio de su enemigo.
Las serpientes que se arrastran en el suelo
Jamás han vencido a las águilas del cielo.

Las pupilas de Su Alteza revolotean como mariposas,
Han tenido que ver hasta las más horribles cosas.
Pero de ahora en más guardaré en mis plumas la sangre,
No permitiré que más gotas la manchen.

Atravesaré el corazón del mal con mi pico,
Rezaré por dar en el blanco mientras aún esté vivo.
No me importa dónde me lleven las heridas,
Porque por mi princesa mi espada será mi vida.

sábado, 28 de abril de 2012

Terco y Abierto

  Tercas y abiertas, así es como deberíamos ser todas las personas.
 Tercas porque nada del mundo debería destruir las ideas y los valores que con tanto esfuerzo construimos, y abiertas porque aunque ya nos sintamos definidas siempre puede aparecer una nueva idea que complemente la que ya tenemos, la amplíe, la mejore, o hasta incluso (si cuenta con el poder suficiente) la sustituya -sí, sé que suena algo contradictorio-.
  Si sólo somos tercas y en lugar de mantenernos abiertas nos mantenemos cerradas, seremos una caja helada de ideas congeladas que no pueden evolucionar ni desarrollarse.
 Si nos mantenemos abiertas pero no somos tercas, nuestras ideas serán débiles y volarán lejos al instante en que otras aparezcan e intenten ocupar su lugar, seremos sólo un pasaje para los valores, que vendrán y se irán como si fueran huéspedes en un hotel.
  Así que como personas debemos mantenernos seguras de quienes y cómo somos, sin importar cómo son los demás o cómo quieren que seamos, pero siempre siendo conscientes de que es imposible que ya lo hayamos pensado y analizado todo, y que en cualquier momento, desde el lugar, el tiempo y/o la persona más inesperada, puede golpearnos una idea mucho más razonable que la nuestra, y cambiarnos por completo; porque aunque seamos las más tercas, siempre nos mantenemos abiertas...

viernes, 20 de abril de 2012

El Salvador

  A veces pienso acerca de la situación del mundo, y lo hago muy seguido; más de lo que quisiera; más seguido de lo que cualquier persona podría considerar normal o incluso saludable. Pienso, y entonces siento muchas cosas. La mayor parte de ellas es frustrante y carcome irreversiblemente la frágil y escasa esperanza que aún queda en mí.
 "¿Qué debo hacer?", pienso una y otra vez como si de eso dependiera mi vida, y tal vez lo haga. No tengo ningún súper poder, o poder, ni siquiera tengo alguna capacidad bien desarrollada o algún talento. ¿Entonces qué puedo aportar a este mundo? ¿Qué puedo hacer para acabar con la corrupción, con los abusos de poder, con la esclavitud, con toda la injusticia y el mal que invaden nuestra sociedad? No llegan muchas respuestas a mi mente, y las pocas que llegan son tan diminutas que si las llevara acabo, sus resultados jamás se notarían. En este aspecto soy demasiado codicioso, y eso me lleva a un estado constante de depresión y desesperación, a un auto-desprecio que me obliga a catalogarme como la peor basura sobre esta Tierra (aunque soy perfectamente consciente de que existen personas que son mucho más basura que yo, y basura demasiado tóxica y contaminante).
 No quiero hacer entrar en razón a una persona, quiero salvar al mundo.
 En este mundo hay suficiente riqueza (tanto la real como la económica) para que TODOS los seres humanos vivamos en condiciones aceptables, buenas, e incluso muy buenas, hasta caprichosamente buenas. ¿Por qué tanta gente tiene que sufrir tanto?
 Entonces miro a mi alrededor, a la gente común con la que deberíamos ser compañeros en esta lucha por un cambio extremo, y pienso: "Vaya... ¿a estas personas quiero salvar?". Primero creía que esa estupidez que encontraba en mi entorno era sólo una excusa para no esforzarme, pero no, esas personas no merecen ser salvadas. Veo la forma en que viven, la forma en que se miran y se hablan, la forma en que desquitan su odio a los culpables contra los inocentes... El tiempo corre frente a ellos y no les importa nada de la persona que está a su lado, sólo quieren aferrarse a una felicidad estúpida sin importarle la miseria que provocan o dejan provocar a su alrededor. ¿Y puedo juzgarlos por eso? Claro que no, todos los seres humanos corremos desesperadamente tras nuestra propia felicidad desde que nacemos, pero la diferencia entre ellos y yo, es que yo soy consciente de mi desagradable y ruin egoísmo, mientras ellos a veces incluso llegan a creer que es "amor" lo que los moviliza.
 En esto se centra nuestro problema (el de la gente común), en nuestro deseo insaciable de ser héroes. Queremos ayudar a los demás, queremos salvarlos porque creemos que podemos hacerlo y que ellos lo necesitan. Pero es obvio que nuestra intención real no es hacer bien al otro, sino sentirnos bien con nosotros mismos, poder pensar "hoy he sido de mucha ayuda... hoy mi vida tuvo sentido" antes de ir a dormir. Los seres humanos somos egoístas por naturaleza, y no tiene nada de malo. El problema es que hacemos funcionar de manera equivocada nuestro egoísmo. Si cada uno de nosotros dejara de mirar a su alrededor para hacerse el héroe solucionando problemas ajenos, podríamos dedicarnos completamente a solucionar los nuestros y todos podríamos aferrarnos a la felicidad sin preocuparnos de que los demás no lo logren.
 Las contradicciones que tengo todo el tiempo asustan, pero es realmente como pienso. Y la verdad, nunca sé lo que pienso en serio y lo que sencillamente invento...

jueves, 5 de abril de 2012

Georgias del Sur

 Con todo el tema de las Islas Malvinas empecé a interesarme en la geografía sureña y decidí investigarla un poco desde mi casa. Así fue como agregué a las islas Georgias del Sur a mi lista de lugares que debo visitar sí o sí.
 Estoy acostumbrado a 30ºC de calor y tal vez lo más frío con lo que he luchado hayan sido -1ºC mientras dormía casi asfixiado por frazadas en mi habitación. Aún así, la idea de estar rodeado de montañas heladas con vientos muy capaces de hacerte sentir que has perdido la piel es muy tentadora, por no decir atrapante.
 Siempre me había imaginado esos lugares helados como planicies blancas que parecen nunca terminar, pero eso está muy alejado de la realidad. Están repletos de montañas, cielos celestes, fauna, e inclusive prados verdes.
  Pero una imagen dice más que mil palabras...











lunes, 2 de abril de 2012

¿Por Qué Renunciamos a Nuestros Sueños?

 Cuando somos niños nos sentamos frente al televisor y vemos a un hombre vestirse con un extraño traje para salir a combatir el crimen en las calles y antes de pensar en otra cosa ya estamos imaginándonos en su lugar, ya estamos diciendo "voy a ser un superhéroe". Cuando somos niños nos recostamos sobre la gramilla sin importarnos que se ensucie nuestra ropa y miramos atentamente cómo flotan las nubes o cómo brillan las estrellas, y nos preguntamos cómo es que el cielo puede ser tan hermoso; entonces, antes de que podamos ver una estrella fugaz o un avión, decimos "voy a ser astronauta".
 Luego, intentamos escalar un árbol porque nuestro barrilete se quedó atascado o porque la fruta con aspecto más delicioso está en una de las ramas más altas, y antes de que podamos tomar el primer gajo o apoyar nuestros pies, nuestra madre o nuestro padre se acerca corriendo y nos dice "¡No, te vas a caer!". Volvemos a intentarlo y nos dicen "¡Te vas a golpear!", así que lo dejamos otra vez. Pero aún queremos hacerlo, así que intentamos intentarlo una vez más y nos dicen "¡Es peligroso!". Ya quizá por inercia lo volvemos a intentarlo, y vuelven a gritarnos "¡No vas a poder!".
 El tiempo pasa muy lentamente, pero cuando nos damos cuenta, resulta que ya nos tragamos toda esa basura de "¡No vas a poder!". Miramos a nuestro alrededor y nos parece que nuestras metas están demasiado lejos y un gran acantilado se muestra antes de llegar, así que deducimos que sería una pérdida de tiempo intentarlo. Nos quedamos sentados y progresivamente nuestra vista involuciona y ya no podemos ver más allá del acantilado, así que nos enfocamos en esas pequeñas metas que están de este lado y que nunca en nuestras vidas nos interesaron.
 Giramos la cabeza y vemos que alguien está usando sus manos como larga vista, está enfocando toda su atención en esas metas más allá del acantilado. Sonreímos y luego le decimos "No vas a poder". Esa persona continúa mirando más allá del acantilado, pero mientras más mira nosotros más repetimos esa estúpida frase, "No vas a poder". Así, antes de que pensemos en callarnos la persona baja sus manos y trae mucho más cerca del acantilado a su horizonte.
 ¿Por qué lo hacemos? Antes de intentarlo nos resignamos a ser miserables y a que la realidad no tiene nada que ver con los sueños. Peor aún, ¿por qué nos esmeramos en que los demás sean miserables también? La respuesta, aunque creo que todos la sabemos, no deja de dar miedo. Necesitamos que a nuestro alrededor todos sean tan o un poco más miserables que nosotros, así tenemos una escusa perfecta para sentirnos "victoriosos", porque si alguien a nuestro lado llegara a alcanzar sus sueños aunque sea con las puntas de sus dedos, no tendríamos cómo camuflar nuestra propia miseria.
 Nuestra vida avanza, maduramos tanto que nos pudrimos y olvidamos que deseábamos estar entre las estrellas, olvidamos que deseábamos darle una buena paliza al que quería hacerse el vivo con los inocentes, olvidamos que deseábamos salvarle la vida a los animales, olvidamos que queríamos cantar en un escenario frente a multitudes, olvidamos que queríamos tener unas vacaciones en París con la persona que amamos, olvidamos que antes nunca nos preocupábamos por un par de billetes, olvidamos que cuando llegue la hora nos moriremos y nada de lo que hallamos conseguido esclavizándonos en trabajos miserables nos servirá.
 ¿Hasta dónde puede llegar nuestro miedo al hambre o nuestro fanatismo por el dinero? La vida se nos escapa por los poros, el tiempo nos corroe, y nosotros nos la pasamos haciendo estupideces que ni siquiera queremos hacer. Mucha gente se sorprende cuando dices "el sentido de la vida es hacer lo que uno quiere", mucha gente no puede darse cuenta de algo tan simple como eso, y mucha gente ni siquiera puede aceptarlo.
 Quiero volar en un globo aerostático, quiero aprender a pilotear un ultraliviano, quiero viajar por el mundo, quiero hablar con extraños, quiero aprender otros idiomas, quiero subir a una montaña rusa, quiero viajar e tren, quiero pasar toda una noche viendo las estrellas en una playa y ver salir el Sol desde el mar, quiero enamorarme y tener el coraje (los huevos) para demostrarlo con todas mis fuerzas a cada segundo...
 Quiero vivir, la gente estúpida que dejó que sus sueños se disolvieran en la armagura no será ningún obstáculo, el tiempo es el único que puede detenerme (y sólo si se lo permito, porque de eso se tratan los sueños, de hacer lo imposible).