viernes, 23 de marzo de 2012

Volver Atrás

 Quisiera volver atrás. Estaría dispuesto a volver a aburrirme las 1600 horas que pasé en el colegio; volvería a estudiar para cada uno de los exámenes que ya he aprobado; volvería a quedarme atrapado en la aduana de Argentina; volvería a resfriarme y a soportar todo el malestar; volvería a ir a ese frustrante y patético retiro espiritual; volvería a perderme en el campo en aquella noche oscura con mi amigo; volvería a ser atacado por los perros; volvería a llevar a Angie al médico y a sufrir esperando que la operación salga bien... Estaría absolutamente dispuesto a retroceder dos años y vivirlos desde cero nuevamente con tal de hacer lo que debería haber hecho en aquella oportunidad, volvería a nacer y a cometer todos esos errores pelotudos que cometí a lo largo de estos 16 años con el propósito de corregir solamente ese.
 Desearía con todas mis fuerzas que el timbre volviera a sonar y que ella se levantara de su pupitre para salir al patio, entonces yo la miraría, ella voltearía hacia mí y me mostraría la sonrisa más tierna y dulce que jamás nadie me haya mostrado (es en serio, aquella sonrisa nunca se borrará de mi mente, ha sido la más hermosa que me han dado); yo continuaría allí sentado todo el recreo y el timbre para el reingreso sonaría, ella volvería a entrar y buscaría un pequeño cuaderno para luego acercarse a mí; lo abriría frente a mis ojos, y yo al leerlo quedaría completamente desconcertado, no podría terminar de creer que allí diría "Ángelo te amo"... Luego de eso, ¿qué pasaría? Ella regresaría a su lugar y recién podría hablarle cuando suene la campana para regresar a casa. Esa campana sonaría y mientras todos estuviesen marchándose yo quedaría a solas con ella.
 En ese instante lo cambiaría todo, no haría lo mismo que hice en la primera oportunidad, es decir, nada... Le diría "Muchas gracias, eso fue muy lindo" y le entregaría mi sonrisa más feliz y genuina; "Yo también te amo" le respondería luego y antes de que diga o haga algo más la rodearía con mis brazos y la sujetaría con todas mis fuerzas, para que nada ni nadie nunca más pudiera alejarla de mí.
 Pero claro, el calendario no es uno de esos seres compasivos que siente pena por los demás y da segundas o terceras oportunidades, continúa avanzando sin importar qué queda en el camino, sin importar qué tan estúpidos hallan sido nuestros errores y cuanto queramos arreglaros.
 ¿Por qué estaba tan inseguro? ¿Por qué demoré dos años en darme cuenta de lo que su sonrisa provoca en mí? ¿Por qué siempre tengo que equivocarme y fracasar en todo? ¿Por qué sigo haciéndome todas estas preguntas cuando ya sé que es porque soy un tarado?
 Ya la dejé ir, ya la hice quedar como una tonta, ya logré alejarme definitivamente de ella sin siquiera haberme acercado, ya logré demostrar que soy un idiota y que esa es una realidad que posiblemente no cambie jamás...

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